Borradores de Doce

Durante su vida, Veeka Nai había vivido en muchos lugares. Sólo uno, y durante muy poco tiempo, había sido un hogar para ella. Sin embargo, y por primera vez, experimentaba lo que era vivir en un sitio lejano, sabiendo que, cuando regresara al sitio del que había llegado, allí la esperaría un hogar.

No deseaba estar alejada de su hermano. Tampoco de Caribdis. Pero ellos tenían que crecer, hacerse mejores combatientes, y si ella permanecía a su lado estaría frenándoles. O eso era lo que se decía constantemente. Pero...

-Ulik, ¿estás ahí? -preguntó, con tono de preocupación, presionando el botón de su intercomunicador.

-Un pelín ocupado, Nueves, ¿qué quieres? -respondió al otro lado el twi'lek.

Ambos se encontraban en el mismo planeta, Coruscant, corazón de la Galaxia, pero ni siquiera tenían pensado verse. Que supiesen que el otro estaba también allí había sido más coincidencia que otra cosa.

-¿Has sabido...? Va, déjalo -se arrepintió justo después.

-Tuve noticias de ellos esta misma mañana, Veeka -casi esperaba en él un tono de burla. Era el que ella habría empleado. Pero Ulik no era así-. Están bien -le aseguró.

-Vale -respiró hondo-. Vale -repitió. Estaba a punto de despedirse de Ulik cuando la necesidad de formular una nueva pregunta se adueñó de ella-. Dime, Prim, ¿qué haces cuando te sientes inútil?

Hubo un silencio que se pronlongó tanto que llegó a pensar que la conversación se había cortado.

-¿Es una indirecta, Veeka?

-¿Qué? No, joder. ¿Por qué pensáis siempre lo peor de mí? -apoyó cansadamente la cabeza sobre el puño-. No hace falta que respondas.

El twi'lek carraspeó. Era evidente que se sentía incómodo.

-Cuando me siento inútil... -dudó. Veeka esperó, callando por una vez-. A mí me ayuda el Blenzt.

-¿En serio? -si no lo conociera, pensaría que estaba tomándole el pelo-. ¿Esas veces donde sólo servimos de algo los que llevamos espadas que brillan tú estabas jugando a las cartas, Prim? Se me cae un mito.

-El Blenzt tiene más de estrategia de lo que te piensas, Nueves -la voz de Ulik no reflejaba enfado, ni siquiera impaciencia-. Me distrae. Me hace centrarme en algo diferente y, después, me permite focalizar mi mente en el problema para el que antes no tenía solución.

Lo entendía. Y tenía sentido... para alguien como Ulik.

-¿Y cuál podría ser mi Blenzt? -preguntó-. Me pone de los nervios saber que, con cada día, Caribdis y mi hermano se hacen más fuertes mientras yo sólamente estoy aquí, esperando... vete a saber a qué.

-¿Te asusta que ella te supere, Nueves? Porque si es eso, deberías saber que ocurrió hace ya mucho.

No era un comentario hecho con maldad, ni siquiera con burla, pero ella sintió cómo las tripas se le revolvían al escucharlo. ¿Por qué? ¡Ella había luchado más! ¡Había pasado más tiempo entrenando que ella! ¡Era más grande y más fuerte! Y sin embargo, cada vez que creía estar por encima, Caribdis, con aparente facilidad, hallaba el modo de avanzar por delante de todo lo que a ella le había costado tanto sufrimiento lograr.
Claro está, eso no iba a reconocérselo al hermano de Caribdis (aunque Ulik y ésta no compartiesen ni una gota de sangre).

-Ponte al día, Prim. Caribdis y yo llevamos saliendo desde hace meses -gruñó-. Ella es quien cuida de mi hermano. La primera interesada en que ella sea más fuerte soy yo.

-No pretendía molestar, Veeka -se disculpó el twi'lek-. Mira, prueba lo mismo que yo. Un enfoque distinto. Zadín te ofreció su colaboración. Quizá no la estés aprovechando tanto como crees.

-Zadín nos dijo que teníamos salvoconducto por Coruscant y la ayuda de los Jedi para detener a la Inclusión -discutió ella-. No creo que esté dispuesto a mover ni un dedito por nosotros si no es para eso.

Lo pero era que, nada más terminar de decirlo, supo el contraargumento que él iba a darle.

-¿Hacerte más fuerte no ayudará a detener a la Inclusión, Nueves? -Ulik, pese a su tono calmado, se detuvo a inspirar hondo-. Todos tuvimos que aprender a tragarnos el orgullo y pedir ayuda. Ya te va tocando.

-¡No me hables de tragar el orgu...! -su estallido de ira fue interrumpido-. Espera, Ulik. Te llamo en un rato.

-¿Va todo bien?

-Sí, en un minuto.